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Charles Darwin y la teoría de la (r)evolución

Charles Darwin y la teoría de la (r)evolución

El 12 de febrero de 1809 asomaba la cabecita en Shrewsbury (Reino Unido) el autor de la controvertible teoría de la evolución de las especies. Su obra fundamental, “El origen de las especies”, publicada en 1859, estableció la explicación de la diversidad que se observa en la naturaleza introduciendo el mecanismo de la “selección natural” para explicar la evolución de las especies.

Todo comenzó a bordo del Beagle, el barco que le llevó alrededor del mundo en una travesía transcendental: vio, analizó y recolectó especies y experiencias que le llevaron a desarrollar su teoría sobre la evolución y la selección natural. El viaje de cinco años a bordo de este barco comenzó en el año 1831, pero no fue hasta el año de su boda, 1839, cuando publica su primer libro “El viaje del Beagle”.

Hasta la publicación de su más famoso manuscrito, y libro de cabecera de cualquier biólogo que se precie, el 24 de noviembre de 1859 bajo el título “On the Origin of Species” (Sobre el origen de las especies), pasaron muchos años donde Darwin tuvo que soportar muchas críticas. Aunque este libro fue editado en 1859, lo cierto es que en algunas partes del planeta el debate entre evolucionistas y creacionistas sigue abierto. Sin embargo, no ocurre lo mismo en el seno de la comunidad científica, donde la teoría de la evolución de Darwin es aceptada.

shutterstock_238057636La selección natural, sin embargo, no es sinónimo de que “el más fuerte sobreviva”. El mecanismo propuesto por Darwin es, sin duda, el que más argumentos tiene para explicar la evolución de las especies, aunque existan otras ideas, como el equilibrio puntuado o el neutralismo. Para introducir su hipótesis de la selección natural, Darwin tuvo que cambiar buena parte del pensamiento de la época. El argumento que sostuvo sus ideas se basó en una “concepción poblacional” para explicar la variabilidad que existía en la naturaleza. En aquella época, las especies eran vistas como “formas perfectas” creadas por Dios, como si fueran algo así como “entidades fijas e inmutables”. La revolución que provocó Charles también supuso fuertes críticas al naturalista, que fue humillado hasta la saciedad: el mundo de la época no entendía cómo el ser humano “perfecto” podía “descender del mono”, en una explicación bastante simplista de las ideas de Darwin.

La evolución de las especies a través de la selección natural que propuso Darwin es, sin duda, una observación de la grandísima biodiversidad que ha poblado alguna vez nuestro planeta. También los mecanismos de selección artificial, auspiciados por nuestra especie, han permitido por ejemplo la aparición de diferentes razas de perros, como muestra del potencial de cambio que existe dentro de las mismas especies.

En una fecha como la del pasado jueves, en la que recordamos el cumpleaños de Darwin, no es sólo importante celebrar sus aportaciones a la biología, sino al conjunto de la ciencia.

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