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Igualdad entre hombres y mujeres, clave para el desarrollo

Igualdad entre hombres y mujeres, clave para el desarrollo

En 1945, la Carta de las Naciones Unidas se convirtió en el primer acuerdo internacional que reafirma el principio de igualdad entre hombres y mujeres, y según cuentan las hemerotecas el Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez hace cien años para conmemorar la lucha y los éxitos de las mujeres y para explorar el potencial y las oportunidades de las futuras generaciones de mujeres. La ONU celebra esta efeméride desde 1975, hace ya 40 años, y en esta ocasión la UNESCO ha escogido el lema “Reconsiderando el Empoderamiento de la Mujer y la Igualdad de Género en 2015 y más allá” para lo cual está organizando una conferencia internacional.

El día 8 de marzo es un día muy especial dentro del calendario de días internacionales y mundiales de Naciones Unidas (ONU), puesto que “supone un momento clave para hacer un recuento de los progresos realizados hacia el logro de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en el mundo, teniendo en cuanta que no se ha logrado una igualdad completa en ningún país del mundo” y que en muchas zonas las desigualdades no es que sean evidentes, es que claman dado el nivel de diferencias que podemos encontrar entre hombres y mujeres”.

La igualdad de género es una de las dos prioridades mundiales de la UNESCO y como manifestó su directora general, Irina Bokova hace un año, “debemos apoyar a las mujeres para que lideren todos los ámbitos de la actividad humana”.

Es evidente que el papel de la mujer es fundamental para “lograr sociedades sostenibles y pacíficas” afirma la directora general, “en nuestro avance por esta senda debemos apoyar el empoderamiento de la mujer como fuerza de transformación en favor de los derechos humanos, el crecimiento económico y la sostenibilidad, y hacer de la igualdad entre hombres y mujeres un elemento central de todos los esfuerzos de desarrollo” añade.

La erradicación de la pobreza basada en el crecimiento económico sostenido, el desarrollo social, la protección del medio ambiente y la justicia social exige la participación de la mujer en el desarrollo económico y social e igualdad de oportunidades, y la participación plena y en pie de igualdad de mujeres y hombres en calidad de agentes y de beneficiarios de un desarrollo sostenible centrado en la persona

En la declaración de Beijing allá por el año 1995, es decir, hace justo veinte años, aunque se reconocían los avances realizados en este ámbito se hacía hincapié en que los “progresos no eran homogéneos”, es decir, en todos los países por igual y que “persistían las desigualdades entre hombres y mujeres, habiendo obstáculos importantes que entrañaban graves consecuencias para el bienestar de los pueblos.

En aquel entonces todos se comprometieron a combatir “sin reservas” esas limitaciones y obstáculos de una forma urgente, decidida, con esperanza, cooperación y solidaridad comprometiéndose a “defender los derechos y la dignidad humana intrínseca de las mujeres y los hombres, a garantizar la plena aplicación de los derechos humanos de las mujeres como parte inalienable, integral e indivisible de todos los derechos humanos y libertades fundamentales; a impulsar el consenso y los progresos alcanzados en anteriores conferencias de las Naciones Unidas sobre la Mujer, con el objetivo de lograr la igualdad, el desarrollo y la paz”.

shutterstock_176518715Ya en la anterior conferencia celebrada en Nairobi en 1985 se habló de “la potenciación del papel de la mujer en todos los órdenes y su plena participación de la mujer en condiciones de igualdad en todas las esferas de la sociedad”.

Según la UNESCO, “la erradicación de la pobreza basada en el crecimiento económico sostenido, el desarrollo social, la protección del medio ambiente y la justicia social exige la participación de la mujer en el desarrollo económico y social e igualdad de oportunidades, y la participación plena y en pie de igualdad de mujeres y hombres en calidad de agentes y de beneficiarios de un desarrollo sostenible centrado en la persona”. Bajo este prisma también se consensuó “la plena participación de la mujer en el diseño e implantación de políticas y programas que tengan en cuenta el género, y contribuyan a promover la potenciación del papel y el adelanto de la mujer”, siempre con el necesario compromiso de los gobiernos y de la comunidad internacional.

En cuanto a compromisos, hace esos 20 años ya se habló de “intensificar los esfuerzos y acciones encaminados a alcanzar, antes de que terminase el siglo pasado, el siglo XX, con el fin de establecer las metas de las Estrategias de Nairobi orientadas a generar una “Plataforma de Acción” que incluía de una forma resumida:

• Garantizar a todas las mujeres todos los derechos humanos y libertades fundamentales, y tomar medidas eficaces contra las violaciones de esos derechos y libertades.

• Adoptar las medidas que sean necesarias para eliminar todas las formas de discriminación contra las mujeres, y suprimir todos los obstáculos a la igualdad de género y al adelanto y potenciación del papel de la mujer.

• Promover la independencia económica de la mujer, incluido su empleo sin discriminaciones de ningún tipo, y erradicar la carga persistente y cada vez mayor de la pobreza que recae sobre las mujeres.

shutterstock_179430764• Promover un desarrollo sostenible centrado en la persona, incluido el crecimiento económico sostenido, mediante la enseñanza básica, la educación durante toda la vida, la alfabetización y capacitación, y la atención primaria de la salud para niñas y mujeres.

• Adoptar medidas positivas a fin de garantizar la paz para potenciar a la mujer, reconociendo la función rectora que han desempeñado las mujeres en este aspecto fundamental.

• Prevenir y eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres, promoviendo y protegiendo todos sus derechos que se enfrentan a múltiples barreras para lograr su potenciación y su adelanto por factores como la raza, la edad, el idioma, el origen étnico, la cultura, la religión o la discapacidad, o por pertenecer a la población indígena.

• Garantizar el respeto del derecho internacional, la igualdad de acceso y la igualdad de trato de hombres y mujeres en la educación y la atención de la salud.

• Potenciar al máximo la capacidad de las mujeres de todas las edades, garantizando su plena participación, en condiciones de igualdad, en la construcción de un mundo mejor para todos y promover su papel en el proceso de desarrollo.

• Garantizar el acceso de las mujeres en condiciones de igualdad a los recursos económicos, incluidos la tierra, el crédito, la ciencia y la tecnología, la capacitación profesional, la información, las comunicaciones y los mercados, como medio de promover el avance de las mujeres y la potenciación de su papel, incluso mediante el aumento de su capacidad para disfrutar de los beneficios de la igualdad de acceso a esos recursos para lo que se recurrirá a, entre otros factores a la cooperación internacional.

• Alentar a los hombres a que participen plenamente en todas las acciones encaminadas a garantizar la igualdad.

Tras esta veintena de años transcurridos es cuestión de hacer balance y en ese resumen y conclusiones hay una que emerge sobre las demás y que se manifiesta en múltiples formas y formatos, “no se ha logrado una igualdad completa en ningún país del mundo” según apunta la UNESCO. Ni el occidente rico, ni en el oriente emergente, ni mucho menos los países en vías de desarrollo la han alcanzado. Como diría William Faulkner, narrador y poeta estadounidense, “vivir en cualquier parte del mundo hoy y estar contra la igualdad por cualquier motivo es como vivir en Alaska y estar en contra de la nieve”.

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