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La adicción a la sal, una realidad

La adicción a la sal, una realidad

La Sociedad Española de Cardiología (SEC) asegura que la sal es tan adictiva como la cocaína según un estudio en ratones desarrollado por la Universidad de Duke. Esta Sociedad Científica ha señalado que frente a los 5-7 gramos de sal recomendados al día por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en España se consume alrededor de 11 gramos.

Y el 80% de esta sal viene de alimentos precocinados y el 20% está presente únicamente en el pan.Todo esto viene relacionado con un estudio de la Universidad de Duke realizado en cerebros de ratones, donde los científicos muestran que los patrones de regulación genética estimulados por el gusto por la sal son los mismos que se regulan por la adicción a las drogas. Con imágenes cerebrales se observó que ambos procesos activaban las mismas zonas.

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En España se calcula que hay sobre 14 millones de hipertensos, la sal les perjudica sobremanera.

El gusto por la sal lleva millones de años en activo, con un más que probable origen en los mares salados donde se originó la vida en la Tierra. El apetito por la sal puede ser tan fuerte que algunos animales con falta de sodio arriesgan sus vidas para satisfacer ése ansia. Las cabras montesas por ejemplo, son conocidas por subirse a escarpados acantilados para acceder a un depósito de sal, incluso cuando un paso en falso les puede causar una muerte segura.

Además de cáncer de estómago, insuficiencia renal u osteoporosis, la adicción a la sal deriva en un peligroso sobreconsumo que provoca un aumento de la presión arterial, incrementando así el riesgo de padecer hipertensión, advierte la SEC. En España se calcula que hay casi 14 millones de hipertensos, siendo las defunciones por enfermedades cardiovasculares las que más han aumentado en los últimos diez años según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Frente a esta peligrosa situación, además de ser necesario llevar una vida saludable y mantener una dieta equilibrada, la SEC insta a las autoridades a que tomen medidas al igual que han hecho otros países como Finlandia o Portugal que ayuden a regular el consumo de sal en la población, como por ejemplo reducir un gramo al año de la sal presente en el pan (ya se está llevando a cabo) o mejorar el etiquetado de los productos para que sea el propio consumidor quien pueda reeducar sus costumbres.

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