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Niños y playa: consejos para un verano sin sustos

Niños y playa: consejos para un verano sin sustos

Para muchos las vacaciones son sinónimo de playa. Pero aquellos que tienen niños saben que, niños y playa es una combinación ante la que hay que estar muy alerta. Os dejamos unos consejos para disfrutar de la playa sin sustos.

Los padres veteranos lo saben muy bien, pero si eres novato y te estrenas este verano debes saber que niños y playa son grandes “amigos” y que para disfrutar sin sobresaltos hay que tener en cuenta ciertas consideraciones para que las vacaciones sean realmente un momento de ocio y relax, y no estar todo el día agobiado pensando en los posibles peligros que acechan en la playa. Aunque hay que ser realista, la playa requerirá que estemos muy atentos a los reyes de la casa.

Niños y playa, principalmente son cuatro los problemas :a los que hay que prestar especial atención el sol, el calor, el mar y la extensión de la playa. El sol, aunque no haya una temperatura excesiva puede ocasionar problemas; ocurre lo mismo con un calor sofocante unido a la humedad de la playa. En cuanto al mar, el peligro es obvio y la extensión de un lugar como una playa abierta puede ocasionar también más de un susto.

Niños y playa, consejos para todos estas posibles complicaciones:

1. El sol. En la playa con niños es muy importante no permanecer allí todo el día y evitar especialmente las horas más complicadas del día de 12:00 a 16:00 horas. Los especialistas recomiendan ir temprano por la mañana o, de lo contrario, ir por la tarde. Y no permanecer allí más de dos horas seguidas. Además fundamental la protección solar con un factor de protección como mínimo del 25 o 30. Si se trata de bebés, nunca exponerlos directamente al sol, su piel es demasiado sensible. 

Niños y playa; consejos, salud, precauciones.

Niños y playa; a los peques les encanta la playa y para disfrutar de ella sin riesgo hay que tener en cuenta ciertos problemas que pueden surgir.

2. El calor. La deshidratación es el principal problema, de modo que es fundamental mantener a los niños frescos e hidratados, y para eso es necesario que beban aunque no tengan sed cada cierto tiempo. Para ello podemos recurrir al agua, los zumos y también a las deliciosas frutas veraniegas llenas de líquido, como melón, sandía o mandarinas.

3. El mar. Para evitar el mal denominado, corte de digestión, que no es otra cosa que un cambio brusco de temperatura, es fundamental que los niños no entren en el agua de golpe, y mucho menos después de haber estado un tiempo al sol.  Es recomendable ir mojándose poco a poco por partes: nuca, muñecas, estómago…  Pero además, los niños nunca deben meterse al mar sin la supervisión y la compañía de un adulto. No importa que haya socorristas, que jueguen “solo en la orilla”, que el agua esté calmada o que sepan nadar, las corrientes marinas aparecen cuando menos te lo esperas y pueden ser un auténtico problema.

4. La extensión. Los niños deben jugar cerca de los adultos, donde ellos puedan verlos. Una idea muy útil es ofrecerles referencias y delimitar la zona de juego con líneas imaginarias, por ejemplo. En todos los casos, ya sea en la arena o en el mar, es fundamental no perderles de vista.

 

 

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