
Rendirse, ni muchos menos aunque alguien se empeñe

Supérate, aprende, evoluciona pero rendirse nunca. Nadie tiene el derecho de amargarte la vida o pisotearte, por desgracia muchos lo intentarán. Esto es especialmente común en el mundo laboral, por desgracia los valores tienden a desaparecer en un entorno tan competitivo.
Esta situación, más frecuente de lo que parece y debiera, sin lugar a dudas que genera una situación muy grande de estrés, preocupación, temores, nerviosismo, ansiedad, sentimientos de pesimismo e incluso viene cargada de sensaciones relacionadas con la competencia profesional y la responsabilidad que te vienen encima en esta nueva etapa cargada sobretodo de incertidumbre (no digamos si además has franqueado la barrera de los cincuenta).
Si te quedas sin una ocupación y a merced de un tiempo aparentemente vacÃo, te surgen conflictos: dar vueltas a la cabeza, preocupaciones, angustia…, pérdida de amistades que hasta entonces, en los tiempos de bonanza, estaban alrededor de una forma asidua. Si el tiempo se prolonga puedes sufrir pérdida de la autoestima y de la confianza en tà mismo; por otro lado puedes tener la tentación de priorizar el ahorro en detrimento de otras necesidades de ocio que antes desarrollabas, con lo que puedes terminar perdiendo el contacto social y además la tranquilidad anÃmica, por el deseo incesante de encontrar un empleo pronto para recuperar tu autoestima perdida.
Fórmulas para solventar esta desagradable situación las hay, pero es difÃcil que consigan paliar los efectos del trauma recibido. Sà que es verdad que pueden ayudarte a sobreponerte de una forma más rápida y ágil de ese entorno gris que te rodea en ese instante y en esa situación desafortunada, pero fórmulas inmediatas que no pasen por ti mismo y tu forma de afrontar los problemas no existen.
Como dicen en medicina, concretamente en traumatologÃa, la primera medida tras la primera evaluación de “daños†y el primer tratamiento interpuesto es la de “reposo del miembro afectoâ€, en este caso ese miembro lesionado es tu autoestima, tu amor propio, tus valores, tu valÃa profesional y tu cualificación en entredicho… tú mismo; por ello necesitas un periodo de tranquilidad y reflexión, que te permita afrontar de la forma más plausible posible esta más que difÃcil paradoja que te ha afectado a ti directamente de “una sociedad en pro del empleo pero sin empleoâ€. Al final nuestros dirigentes hacen bueno el dicho popular de que “es más fácil predicar que dar trigoâ€, parecen insensibles a este drama que tantas familias están viviendo en nuestro paÃs.
En cualquier caso, creo que esta es una buena época para tratar de poner todo en orden, para reflexionar acerca de todo tu potencial y calibrar las oportunidades que se te plantean de una forma realista. Lo más importante desde el punto de vista de la salud es evitar todo negativismo innecesario, si te introduces en ese bucle de pesimismo exacerbado lo más que conseguirás es incrementar tu nivel de ansiedad, tu preocupación y por qué no en desarrollar un proceso de depresión reactiva a lo acontecido, que difÃcilmente te ayudará a seguir adelante buscando nuevos entornos.
En el caso de que seas consciente de que el problema te supera sin duda que has de tratar de buscar y encontrar ayuda en un profesional, en un experto, psicólogo clÃnico que colabore contigo en darte todo el soporte y ayuda que necesites. Muchas veces tratamos de resolverlo todo por nosotros mismos, sin llegar a pensar los daños que nos podemos provocar involuntariamente por el simple hecho de no reconocer la importancia del problema, apelando a nuestra autosuficiencia y por lo tanto no buscando la ayuda necesaria.
Los expertos apuntan a que en nuestros dÃas, la situación de pérdida de empleo es una de las causas más frecuentes de trastornos de ansiedad y de procesos de depresión reactiva a una situación desafortunada y eso es debido entre otras causas a la pérdida de horizontes de una sociedad que se mece entre el hedonismo y la falta de solidaridad con los problemas ajenos.
Por último, es verdad que esta situación genera pérdidas anÃmicas, sociales y económicas, pero también es verdad que llegado este más que desafortunado caso, puede ser un buen momento para aprender a vivir dando valor y priorizando lo que de verdad importa, la familia, la amistad… y algo muy importante, nosotros mismos, que a todas luces somos, sin duda, nuestros mejores amigos.
Priorizar lo que de verdad importa…me quedo con eso. Es una verdad como un templo